martes, 31 de octubre de 2017

DESDE EL ABISMO..

                                                 
                                                   DESDE EL ABISMO…

            “Desde el abismo clamo a ti Señor” parido por el corazón del teólogo y amigo Pedro Pablo Achondo Moya quiere llamar a toda la humanidad dolida sobre su propia condición. El salmo 130 no es más que la excusa para abordar uno de los frentes más intempestivos y arrolladores de la vida humana. ¿Quién puede descifrar el lenguaje de ese episodio descomunal que deja mayormente sus secuelas y que pulveriza más aún la vida ya frágil de los pobres?. El sufrimiento no forma parte hoy de la agenda de los escritos teológicos tradicionales, tal vez porque desde las cátedras dogmáticas se pontifique con dureza la “resignación” que debe acompañar ese evento desgarrador. Tampoco se esperará  interpretaciones en la sociedad capitalista que lo promueve por todo el planeta con escandalosa perversidad, desparramando interminable sed de venganza hacia blancos disparatados y ufanándose  de millones de víctimas inmoladas. En la obra subyace permanentemente la memoria del Holocausto que, como exergo e incitación, nos induce a la reflexión sobre el sufrimiento provocado y la desesperada búsqueda de Dios al mismo tiempo.   Algunas memorias vuelven del exilio literario para darnos luz sobre muchos otros dolores que ponen en zozobra nuestra vida, sobre todo en este continente de permanente injusticia. Los testimonios de Lytta Basset y las referencias a Thevenot, Metz, Hillesum, Gustavo Gutierrez, entre otros, nos hacen viajar en una mancomunada reflexión filosófica y teológica con acento en una nueva Ética ante el siempre mutable rostro de los millones de sufrientes necesitados de consuelo. La primera, una teóloga suiza de primera línea que supo poner la piel a esta reflexión urgente y necesaria. El texto  mezcla rigor intelectual con sencillez de poeta de pueblo.  Su principal logro será hacernos pensar en lo posible: la osadía de la compasión, la revolucionaria manera de descubrir a Dios en los sufridos de la Historia y el descubrimiento de que aquellos actos nos reconstruyen a nosotros mismos,  con la posibilidad de inclinar la balanza hacia los débiles. No es la obra de caridad que entusiasma a las clases medias maquilladas, es el acto de amor jugado que traspasa límites para llegar a la otra orilla, es la audacia colectiva de “perder” el tiempo para curar un herido del camino abandonado por todos. Esta ópera prima de la acción compasiva tiene sus ribetes emocionantes. No será ya lo mismo abordar el sufrimiento después de repensar a los filósofos de la alteridad como Buber o Lévinas, este último con marcas epidérmicas de los campos que tuvo la posibilidad de ir al ovillo de la Libertad intelectual renaciendo permanentemente para no morir. Así como Levi, Wiesel o Bauman, sobrevivieron con su memoria intacta y  nos “provocan” e inquietan apasionadamente. O desde la capacidad de Benjamin de rever la Historia desde otro lugar, una aventura a la que nuestros teólogos de la Liberación nos tienen acostumbrados, con peor o mejor suerte. No será lo mismo colocarse del lado de los vencidos- acorralados de la Historia,  emboscados por tantas pestes y quebrantos.  O la sensibilidad de Dufief  quien carga con desesperación su dolor psíquico clamando a su Salvador.  Pedro Pablo eligió pensadores poseedores de  enormes heridas imposibles de  exorcizar con ritos protocolizados. Cada uno de ellos desnuda  su originalidad y su resiliente actitud superadora. Mi primer encuentro de impacto irreversible con los sufrientes fue cuando Dom Paulo Evaristo me pidió vivir con Enfermos de SIDA a fines de los 80, una escuela que llevé con dolor y esperanza por 6 largos años y que marcó profundamente mi vida personal.  Fue allí cuando me quedé  sin retórica y nací a una nueva realidad.  Y desde allí amanecería todos los días de mi vida con el sufrimiento  golpeando a mi puerta.  “Desde el abismo..” me hizo bucear en las miles de preguntas pendientes, en las centenares de horas de trabajo en la salud buscando aliviar la agonía de los que viven el dolor en soledad y la alegría que vuelca mi pueblo  luchador sin dejarse vencer. Bienvenido sea este crisol que hackeará nuestro pesmismo e iluminará un poco más nuestro  horizonte. 

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